El 6 de marzo de 1983 por la tarde, el dia que el Santo Padre Juan Pablo II permaneció en El Salvador en su Encuentro con los sacerdotes en el Centro educativo Beato Marcelino Champagnat de San Salvador) dedicaria su discurso no solo a los sacerdotes de El Salvador sino de toda el área de América Central.
Se dirigía “a esa Iglesia que ha sufrido y sufre todavía, como hermano (cf. Mt 23, 8) y amigo (cf. Jn. 15, 14-15); también como testigo de los sufrimientos de Cristo”, queria escuchar sus experiencias, reiterarles su afecto, confirmar en ellos “la identidad de vuestro sacerdocio y el compromiso de vuestra misión aquí y ahora” recordandoles que “No vale la pena darla por una ideología, por un Evangelio mutilado o instrumentalizado, por una opción partidista. El sacerdote a quien se le confía el Evangelio y la riqueza del depósito de la fe tiene que ser el primero en identificarse con esa integridad doctrinal, para ser a la vez el transmisor fiel de la doctrina de la Iglesia, en comunión con su Magisterio” en clara alusión a lo que estaba ocurriendo en esos momentos en algunos sectores de la Iglesia.
Les recordó no se olvidaran de la juventud generosa que “ya no cree en las fáciles promesas de una sociedad capitalista o que a veces sucumbe ante el espejismo de un compromiso revolucionario que quiere cambiar las cosas y las estructuras, recurriendo incluso a la violencia”…. “si les fascinan otros líderes, ¿no será porque no se les ha presentado adecuadamente, sin deformaciones, a Cristo?” y llamó a la promoción del laicado, a que “el sacerdote sea pregonero de la misericordia de Dios y no sólo predicador de la justicia”
“Abrid de par en par las puertas a Cristo Redentor”…. Permaneced unidos….. Mantened siempre la comunión con vuestros Pastores”
Encomendándolos a la Virgen, Reina de la Paz, Madre de todos, ejemplo de un compromiso con la voluntad de Dios y con la historia de su pueblo pidó “Que Ella os ayude en vuestro ministerio de reconciliación, en vuestra misión evangelizadora, para que seáis, con vuestro compromiso, auténticos discípulos de Cristo”
Alrededor de las 7:30 de la noche los fuegos artificiales lanzados desde el teleférico San Jacinto alumbraban el cielo de San Salvador. Desde Ilopango, a punto de abordar de nuevo el avión que lo llevaría a Guatemala, el Papa enviaba su último mensaje: “Quiera Dios que mi visita haya abierto el camino del perdón y que pronto la reconciliación entre hermanos florezca en este país” .
Eran momentos de mucha tristeza, guerra, destrucción para El Salvador. Juan Pablo II habia hecho un llamado que caló hondo. Continuaría muy pendiente de los conflictos en Centroamérica, que había visto tan dividida en los años 80, pero la semilla estaba echada, si bien para la paz faltaban aun largos y amargos años. Hasta 1992.
Invito visitar La Prensa Gráfica con fotos y video de la visita.
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