Fue un día tan
agitado y movido como los anteriores (aunque se iba acumulando el fervor de las multitudes y del Santo Padre mismo, que se sentía tan bien recibido)
Ese sábado 11 de abril a las 8 am el Papa ya partía hacia Rosario, a 204 kilómetros de Buenos Aires, donde celebró la Santa
Misa en el Parque de la Independencia, allí al lado del rio Paraná y al
Monumento a nuestra bandera con los “ los colores del cielo: el color
del manto sagrado de la Inmaculada Concepción”. La
homilía papal tocaba un tema sensible, comprometedor,
urgente: «Vocación y misión de los
laicos en la Iglesia y en el mundo». Le escuchamos decir varias veces Vosotros sois la sal de la tierra.....
“Vosotros sois la
sal de la tierra, ... vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 13-14).
Jesús describe la misión de sus discípulos empleando la metáfora de la sal y de
la luz. Sus palabras van dirigidas a los discípulos de todos los tiempos, pero
en esta hora adquieren suma importancia para los laicos, que desarrollan su
vocación especifica en el ámbito de las realidades temporales, adonde son
llamados y enviados por Cristo para que “contribuyan a la santificación del
mundo como desde dentro, a modo de fermento” (Lumen
gentium, 31).” Y nos proponía
como oración y reflexión “un tema de singular importancia en nuestros días: la
vocación y la función propia de los laicos en la Iglesia y en el mundo. “tema
que trataría ese mismo año el Sínodo de Obispos en octubre. “En presencia de
la imagen coronada de la Virgen del Rosario” el Papa nos exhortaba a ser “fieles a nuestra vocación cristiana” y a
“trabajar por la extensión del reino de Dios…… para gloria de Dios y para el servicio del
hombre!”
Un hombre fiel, enraizado en el Concilio Vaticano II como
lo era él, no podía dejar de recordarnos
que “El Concilio
Vaticano II se ocupó también de esta vocación específica, a saber, de los
cristianos laicos extendidos por todo el orbe para ser sal de la tierra y luz
del mundo; además nos indicó en qué consiste esa vocación y cómo deben
comportarse para que su conducta sea “digna de la vocación cristiana”. “¡El amor se
demuestra en el hecho de difundir el verdadero bien, con el fin de
transformar el mundo según el espíritu salvífico del Evangelio y preparar su
plena realización en el reino futuro! No sois llamados para vivir en la
segregación, en el aislamiento……La llamada de Dios no mira al apartamiento,
sino a que seáis luz y sal allí mismo donde os encontráis. Cristo
quiere que seáis “luz del mundo”
La visita a Rosario fue breve…después
del almuerzo voló a Buenos Aires pero ya al subir a la aeronave solicito al
piloto que desviara la ruta, para pasar, en vuelo rasante sobre la Basílica
Nacional de Nuestra Señora de Luján. Cuando sobrevolaban
la ciudad de Luján, Juan Pablo II llamó a los cardenales Aramburu y Primatesta
y juntos rezaron el Santo Rosario.
Desde el
Aeroparque su comitiva se dirigió directamente al Estadio Luna Park para tener
un encuentro con varios miles de empresarios.
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