“Nosotros hemos conocido el amor
que Dios nos tiene
y hemos creído en él” (1Jn 4, 16)
y hemos creído en él” (1Jn 4, 16)
lema de la JMJ 1987 Buenos Aires tomado de la primera Carta del Apóstol San
Juan.
Ya se acercaba la gran ceremonia de la Clausura
de la Jornada Mundial de la Juventud en
Buenos Aires, pero aun faltaba la gran fiesta de los jóvenes, esa inmensa alegría
que significaba para el Papa encontrarse con los jóvenes, la Vigilia previa ala Clausura, que es cuando el Papa
verdaderamente dialogaba de corazón a corazón con los jóvenes, como si lo hiciese con cada uno de ellos
frente a frente y les abría su corazón para
que ellos abrieran el suyo al mundo.
Anteayer, 11 de abril se cumplían 25 años de aquella
Vigilia en la avenida 9 de Julio, la noche del sábado 11 de abril
cuando el Santo Padre Juan Pablo II mantuvo su encuentro multitudinario con los
jóvenes del mundo. En su discurso el Papa pidió conversión, fidelidad, generosidad y
esperanza, en fin “una civilización de amor”, y dijo “que
el problema de la humanidad que más le preocupa es pensar que los hombres aun
no conocen a Cristo ni la verdad del amor de Dios.”
Era una noche fría, aunque el calor y la alegría de los jóvenes reconfortaban al Papa; el cardenal Pironio sonriente le acerco
un “poncho” …como no iba a ponérselo!
Era
el abrigo que simbólicamente representaba el calor de todos los presentes y el de todos aquellos que hubiesen
querido estar allí….Nunca se había visto tal cantidad de jóvenes en las calles
de Buenos Aires…. Hubo cantos, rezos,
meditación guitarras, mate y un breve
descanso para aguardar el mensaje del Vicario de Cristo en aquella Vigilia
inolvidable.
Dándole la bienvenida a todos los jóvenes del mundo
expresaba el Papa “¡Qué alegría poder reunirme con vosotros esta tarde, al
término de un día tan intenso y casi al
final de mi visita pastoral a Uruguay, Chile y Argentina, que culmina mañana,
Domingo de Ramos, con la celebración de la Jornada mundial de la Juventud!
Este encuentro de la víspera nos introduce en el clima propio de esa Jornada,
que es un clima de fe en el amor que Dios nos tiene.” .
“Pensad que el
Señor cuenta con vuestra vida de fe – manifestada en obras y palabras – …… Os
invito ahora a cada uno personalmente, a que dirijáis una confiada y sincera
petición a Dios, como aquel ciego de Jericó que dijo a Jesús: “Señor que vea”
(Lc 18, 41). ¡Que vea yo, Señor, cuál es tu voluntad para mí en cada
momento, y sobre todo que vea en qué consiste ese designio de amor para toda
mi vida, que es mi vocación. Y dame generosidad para decirte que sí
y serte fiel, en el camino que quieras indicarme: como sacerdote, como
religioso o religiosa, o como laico que sea sal y luz en mi trabajo, en mi
familia, en todo el mundo.”
II “Levántate y anda” (Mt 4, 16) era el segundo tema y recordaba palabras de
la . (Celebración
de la Palabra en Santo Domingo, III, n. 2, 12 de octubre de 1984). “Desde tu fidelidad a Cristo, resiste a
quienes quieren ahogar tu vocación de esperanza” En estas palabras, he querido
expresar también por qué es América Latina el “continente de la esperanza”:
por la fidelidad a Cristo, que este continente expresa en la gran
mayoría de sus habitantes, por su fidelidad a la única esperanza, que es
la cruz de Cristo. Salve, oh cruz,
nuestra única esperanza (Hymnus ad Vespras Hebdomadae Sanctae). Una esperanza que es única y universal.”
“El mundo
necesita, hoy más que nunca, vuestra alegría y vuestro servicio, vuestra vida
limpia y vuestro trabajo, vuestra fortaleza y vuestra entrega, para construir
una nueva sociedad, más justa, más fraterna, más humana y más cristiana: la
nueva civilización del amor, que se despliega en servicio a todos los hombres.
Construiréis así la civilización de la vida y de la verdad, de la libertad y la
justicia, del amor, la reconciliación y la paz”.
“Os consta
cuánto me preocupa la paz del mundo y cómo he realizado con vosotros mismos, en
distintas ocasiones, un itinerario evangélico de la paz. Sabéis bien que la paz
es un don de Dios – ¡Jesucristo es “nuestra paz”! –, que hemos de pedir con
insistencia. Pero, además debemos
construirla entre todos, y esto exige, también, de cada uno de nosotros, una
profunda conversión interior. Por eso, queridos jóvenes, hoy quiero
comprometeros de nuevo a ser «operadores de paz », por los caminos de la
justicia, la libertad y el amor .”
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