El 14 de mayo de 1867 nacía el principe Adam Stefan Stanislaw Banfatiusz Jozef Sapieha-Kodenski en la propiedad familiar de Krasiczyn, hijo de Adam Sapieha-Kodenski y la Condesa Jadwiga Sanguszkowna. Murió el 23 de Julio de 1951 a la edad de 84 años en Cracovia. Sus restos descansan en la Catedral de Wawel, delante del altar de San Estanislao.
Conocido como el cardenal Adam Sapieha fue un verdadero principe, el “principe incorruptible” de la Iglesia polaca. Supo afrontar con valor, sabiduría y entereza los dos totalitarismos mas nefastos del siglo XX, el comunismo y el nazismo, y fué símbolo de la resistencia de esa Polonia fuerte y sufrida, mutilada pero no doblegada. Sacerdote, obispo, pastor, cardenal, ejerció una fuerte influencia en la formación de los seminaristas de su epoca entre los cuales se encontraba Karol Wojtyla.
Juan Pablo II habla de él en su libro “Don y Misterio”
“El Arzobispo Metropolitano de Cracovia, Príncipe Adam Stefan Sapieha, visitó la parroquia de Wadowice cuando yo era estudiante en el instituto. Mi profesor de religión, P. Edward Zacher, me encargó darle la bienvenida. Así, tuve entonces la primera ocasión de encontrarme frente a aquel hombre tan venerado por todos. Sé que, después de mi discurso, el Arzobispo preguntó al profesor de religión qué facultad elegiría yo al terminar el instituto. El P. Zacher respondió: "Estudiará filología polaca". El Prelado comentó: "Lástima que no sea teología"”.
Ya en el seminario de Cracovia partir de 1942, siguió las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia, dirigido por el Arzobispo de Cracovia, Cardenal Adam Stefan Sapieha y comenta “ En todo nuestro proceso formativo hacia el sacerdocio ejerció un influjo relevante la gran figura del Príncipe Metropolitano, futuro Cardenal Adam Stefan Sapieha, para el cual tengo un recuerdo emocionado y agradecido. Su prestigio había crecido por el hecho de que, en el período de transición antes de la reapertura del seminario, habitábamos en su residencia y lo veíamos cada día. El Metropolitano de Cracovia fue elevado a la dignidad cardenalicia inmediatamente después del final de la guerra, a una edad ya muy avanzada. Toda la población acogió este nombramiento como un justo reconocimiento de los méritos de aquel gran hombre, que durante la ocupación alemana había sabido mantener alto el honor de la Nación, demostrando la propia dignidad de modo claro para todos. Recuerdo aquel día de marzo -estábamos en Cuaresma- cuando el Arzobispo regresó de Roma después de haber recibido el capelo cardenalicio. Los estudiantes levantaron en brazos su automóvil y lo llevaron durante un buen trecho hasta la Basílica de la Asunción en la Plaza del Mercado, manifestando de ese modo el entusiasmo religioso y patriótico que tal nombramiento cardenalicio había suscitado en la población”.
Al hablar de la situación de la Iglesia en Polonia durante los tiempos del Cardenal Sapieha, Juan Pablo II dice en “Don y Misterio” “que ha sido una Iglesia que en este siglo ha sido duramente probada: ha tenido que sostener una lucha dramática por la supervivencia contra dos sistemas totalitarios: contra el régimen inspirado en la ideología nazi durante la segunda guerra mundial; y después, en los largos decenios de la posguerra, contra la dictadura comunista y su ateísmo militante. De ambas pruebas ha salido victoriosa, gracias al sacrificio de obispos, sacerdotes y de numerosos laicos; gracias a la familia polaca "fuerte en Dios". Entre los obispos del período bélico he de mencionar la figura inquebrantable del Príncipe Metropolitano de Cracovia, Adam Stefan Sapieha...”
Invito leer: "Don y Misterio"
Invito leer: "Don y Misterio"
No hay comentarios:
Publicar un comentario