Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 25 de julio de 2008

JMJ XVII Toronto 2002 (3) Comentarios y pensamientos


JMJ XVII Toronto 2002

La Conferencia Episcopal Canadiense en su informe elaborado sobre las Jornadas Mundiales de la Juventud 2002 realizadas en Toronto, expresaba que hubo pocas inscripciones oficiales para las Jornadas (187.000) pero que las Jornadas en sí fueron un gran éxito pastoral: 500.000 personas para el Vía Crucis, 600.000 para la Vigilia y 850.000 en la Misa de clausura, superando las expectativas de las primeras estimaciones que hablaban de 300.000 personas.

Lifesite comentaba el “milagro de la prensa” que cubrió las Jornadas desde una óptica increíblemente favorable y después de la partida del “defensor de la vida y la familia” los canadienses se seguían maravillando que tanto el Papa como las JMJ hubiesen recibido una cobertura tan positiva por parte de unos medios que son generalmente hostiles o en el mejor de los casos demuestran poco interés hacia cualquier demostración de principios religiosos o morales, en especial los principios morales que constantemente defendía Juan Pablo II. En sólo 24 horas, el impacto de la presencia de Juan Pablo II en Toronto era evidente y católicos y líderes pro-vida que debieron soportar durante meses hostilidades por parte de la prensa y autoridades anticlericales quedaban asombrados por la cobertura positiva.
Entre los casi 20.000 voluntarios que prestaron servicio en la XVII Jornada Mundial de la Juventud, en Toronto, colaboraron anglicanos, judíos y fieles de otras religiones.

Las JMJ de Toronto fueron las últimas Jornadas de Juan Pablo II y algunas palabras mueven a pensar que el Santo Padre presentía que ya no volvería a encontrarse con sus queridos jóvenes en las próximas Jornadas, esas Jornadas que eran parte de su vida y que defendía diciendo “nadie ha inventado las jornadas mundiales, fueron ellos quienes las crearon” y que fueron formando, a su vez, recuerdos imborrables en miles y miles de jóvenes en distintas partes del mundo.
En su despedida en Toronto saludó a los italianos diciéndoles “Nos vemos en Roma!” a los polacos les dijo que volvería una vez más a Polonia y a los jóvenes todos simplemente les dijo : “Cristo os espera allí (en Colonia) para la celebración de la XX Jornada mundial de la juventud…Os acompañe la Virgen María, Madre nuestra en la peregrinación de la fe”.

Su “Jornada Mundial de la Juventud” póstuma serian finalmente aquellos inolvidables primeros días de abril del 2005 en la plaza San Pedro, que todos recordamos con tremenda emoción y que han dejado huellas imborrables en tantos espíritus, entre los cuales me incluyo.

En el Angelus del 4 de agosto de 2002 retornado a Roma, después de visitar Guatemala y México, parte del mismo viaje apostólico, decía “doy gracias a la divina Providencia por haberme permitido llevar a feliz término este ulterior compromiso apostólico” Se sentía feliz también porque “Los jóvenes congregados en Toronto se dieron cuenta de que en las palabras de Jesús se hallaba la respuesta a las expectativas de alegría y esperanza que alberga su corazón.”

Muy pronto a su regreso le esperaba otro “viaje de despedida”, a su querida patria Polonia para la Consagración del Santuario de la Divina Misericordia, en Lagiewniki el 17 de agosto de 2002. Seria la última peregrinación a su patria.
La Divina Providencia actúa de verdad maravillosamente: las Jornadas en Colonia 2005 se realizarían en la patria de su amigo y sucesor, el Santo Padre Benedicto XVI, “allí donde en la imponente catedral de Colonia se venera la memoria de los Magos, los sabios que llegaron de Oriente siguiendo la estrella que los condujo a Cristo”.

Hay tantos que se pierden al buscar
Sentido de vivir, razones para amar.
Si los pudiéramos acompañar
Compartir su dolor, presentarle a Jesús;
Quizás ellos pudiesen comprender
Que es en el partir del pan
Que podemos renacer
(del himno de las Jornadas – Luz del mundo)

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