Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 4 de agosto de 2008

San Juan Maria Vianney – el Cura de Ars



Hoy 4 de agosto festejamos la fiesta de San Juan Maria Vianney – el Cura de Ars, y el dia del párroco.
Ojalá podamos imitar la entrega de este santo Cura; primero por su confianza en Dios en las inmensas dificultades que tuvo que superar para llegar a ordenarse de presbítero; después por su ardor y constancia en la catequesis y en su ministerio en el confesionario, que transformaron el pueblo de Ars, el cual, a su vez, se convirtió en centro de frecuentes peregrinaciones de multitudes que lo buscaban

expresó el arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, en un mensaje que dirigió a los sacerdotes con motivo de celebrarse el Día del Párroco, que coincide con la fiesta de San Juan María Vianney –el Cura de Ars- (AICA)



“La figura de San Juan María Vianney” (Juan Pablo II “Don y Misterio”)
En el camino de regreso de Bélgica a Roma, tuve la suerte de detenerme en Ars. Era al final del mes de octubre de 1947, el domingo de Cristo Rey. Con gran emoción visité la vieja iglesita donde San Juan María Vianney confesaba, enseñaba el catecismo y predicaba sus homilías. Fue para mí una experiencia inolvidable. Desde los años del seminario había quedado impresionado por la figura del Cura de Ars, sobre todo por la lectura de su biografía escrita por Mons. Trochu. San Juan María Vianney sorprende en especial porque en él se manifiesta el poder de la gracia que actúa en la pobreza de los medios humanos. Me impresionaba profundamente, en particular, su heroico servicio en el confesionario. Este humilde sacerdote que confesaba mas de diez horas al día, comiendo poco y dedicando al descanso apenas unas horas, había logrado, en un difícil período histórico, provocar una especie de revolución espiritual en Francia y fuera de ella. Millares de personas pasaban por Ars y se arrodillaban en su confesionario. En medio del laicismo y del anticlericalismo del siglo XIX, su testimonio constituye un acontecimiento verdaderamente revolucionario.
Del encuentro con su figura llegué a la convicción de que el sacerdote realiza una parte esencial de su misión en el confesionario, por medio de aquel voluntario "hacerse prisionero del confesionario". Muchas veces, confesando en Niegowic, en mi primera parroquia, y después en Cracovia, volvía con el pensamiento a esta experiencia inolvidable. He procurado mantener siempre el vínculo con el confesionario tanto durante los trabajos científicos en Cracovia, confesando sobre todo en la Basílica de la Asunción de la Santísima Virgen María, como ahora en Roma, aunque sea de modo casi simbólico, volviendo cada año al confesionario el Viernes Santo en la Basílica de San Pedro”
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Oracion compuesta por San Juan Maria Vianney
TE AMO, OH MI DIOS
Te amo, Oh mi Dios.
Mi único deseo es amarte
Hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios,
Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno
Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor,
Oh mi Dios,
si mi lengua no puede decir
cada instante que te amo,
por lo menos quiero
que mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo,
Y de amarte mientras que sufro,
y el día que me muera
No solo amarte pero sentir que te amo.
Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora
Final aumentes y perfecciones mi amor por Ti.
Amén.
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