VIII Jornada Mundial de la Juventud, Agosto 1993 Denver - 4
(en el marco del Viaje apostólico a Jamaica, México y Denver (8-16 de agosto de 1993)
TESTIMONIOS
(en el marco del Viaje apostólico a Jamaica, México y Denver (8-16 de agosto de 1993)
TESTIMONIOS
El fenómeno de las Jornadas Mundiales de la Juventud celebradas en Denver en 1993 fue comentado durante mucho tiempo en numerosos debates y publicaciones, pero quizás algunas de las líneas más elocuentes sean justamente las de sus Pastores.
Naturalmente, en primer lugar invito visitar el sitio de la Santa Sede donde el Santo Padre Juan Pablo II comenta su experiencia de las Jornadas en Denver durante la Audiencia General del miercoles 18 de agosto de 1993.
y merecen especial atencion las de los obispos locales:
La del entonces Arzobispo de Denver (ahora cardenal y que fue Presidente del Consejo Pontifico par los Laicos) presentada en agosto de 1994 en el Congreso Internacional de la Familia en Lima, Peru. Cito solamente la parte que se refiere a la experiencia de las Jornadas.
“Hace exactamente un año, mientras los católicos en Colorado se preparaban para la Jornada Mundial de la Juventud y la visita papel, Denver estaba viviendo los días más sangrientos y violentos en décadas. Durante los meses previos a la peregrinación, los tiroteos, la droga y la presencia de todo tipo de armas se había apoderado de los titulares de nuestros medios. Y consiguieron preocuparnos seriamente. Temíamos por la seguridad de los jóvenes que vendrían a Denver. Teníamos miedo que la violencia opacara la gran promesa que la Jornada Mundial podía irradiar a través de la Iglesia. Temíamos también por nuestra propia comunidad de Denver…
Pero ocurrió algo extraño. A partir de la inauguración de las Jornadas y hasta su clausura, una semana más tarde, toda la violencia simplemente se detuvo. Los temores y las tensiones desaparecieron. Los actos delictivos disminuyeron tan dramáticamente que la policía había quedado confundida. Llegaron a Denver unas 200.000 personas de todas partes del mundo y no se produjo ni un solo incidente – ni uno solo – ninguno de ellos fue objeto de violencia.
No encuentro explicación a esto si no es una gracia de Dios. Fuimos testigo de una verdadera redención y santificación cuando aquellos jóvenes se encontraron con el Papa en Denver, y aun hoy, un año mas tarde, nuestra ciudad sigue pensando en aquella paz y gracia inesperadas. Aquella violencia, que habíamos vivido durante los meses de Junio y Julio no volvió mas… la civilización del amor brillo en todo su esplendor con la presencia de aquellos 200.000 jóvenes durante toda una semana, transformando miles de vida Denver y acercando mucha gente a la Iglesia. A quien debemos agradecer este don? Al Papa, no hay dudas. A los jóvenes. Seguro. Pero quién les dio vida a esos jóvenes? Quien les enseñó como amar? Quien sembró la semilla de la fe en sus corazones y Quien la nutrió? Quien preparo su senda y les mostró el camino? …
Estoy aquí en Lima también para decirles que no fue un sueño. Lo he visto.”
“Hace exactamente un año, mientras los católicos en Colorado se preparaban para la Jornada Mundial de la Juventud y la visita papel, Denver estaba viviendo los días más sangrientos y violentos en décadas. Durante los meses previos a la peregrinación, los tiroteos, la droga y la presencia de todo tipo de armas se había apoderado de los titulares de nuestros medios. Y consiguieron preocuparnos seriamente. Temíamos por la seguridad de los jóvenes que vendrían a Denver. Teníamos miedo que la violencia opacara la gran promesa que la Jornada Mundial podía irradiar a través de la Iglesia. Temíamos también por nuestra propia comunidad de Denver…
Pero ocurrió algo extraño. A partir de la inauguración de las Jornadas y hasta su clausura, una semana más tarde, toda la violencia simplemente se detuvo. Los temores y las tensiones desaparecieron. Los actos delictivos disminuyeron tan dramáticamente que la policía había quedado confundida. Llegaron a Denver unas 200.000 personas de todas partes del mundo y no se produjo ni un solo incidente – ni uno solo – ninguno de ellos fue objeto de violencia.
No encuentro explicación a esto si no es una gracia de Dios. Fuimos testigo de una verdadera redención y santificación cuando aquellos jóvenes se encontraron con el Papa en Denver, y aun hoy, un año mas tarde, nuestra ciudad sigue pensando en aquella paz y gracia inesperadas. Aquella violencia, que habíamos vivido durante los meses de Junio y Julio no volvió mas… la civilización del amor brillo en todo su esplendor con la presencia de aquellos 200.000 jóvenes durante toda una semana, transformando miles de vida Denver y acercando mucha gente a la Iglesia. A quien debemos agradecer este don? Al Papa, no hay dudas. A los jóvenes. Seguro. Pero quién les dio vida a esos jóvenes? Quien les enseñó como amar? Quien sembró la semilla de la fe en sus corazones y Quien la nutrió? Quien preparo su senda y les mostró el camino? …
Estoy aquí en Lima también para decirles que no fue un sueño. Lo he visto.”
Otra opinión es la del Arzobispo Charles Chaput, O.F.M. Cap. (sucesor del Arzobispo Stafford, ahora cardenal
“Durante los meses posteriores a las Jornadas Mundiales de la Juventud 1993, no ocurrió ningún resurgimiento milagroso de fe aquí en Denver, al menos nada que ocupara los titulares de nuestra prensa. Pero mirando hacia atrás durante estos nueve años (el comentario es de 2002) la Iglesia en Colorado del norte es profundamente diferente. Dios ha hecho cosas extraordinarias en las vidas de nuestras gentes, y la evidencia es palpable en todas nuestras parroquias, escuelas y seminarios, éstos a capacidad colmada, ambos abiertos despues de las Jornadas - uno en 1996 y otro en 1999. El Camino neocatecumenal es una de las maravillosas renovaciones de nuestras comunidades que han encontrado lugar o profundizado su presencia en Denver, el Movimiento Vida Cristiana, La comunidad de las bienaventuranzas, la Comunidad Mariana de reconciliación, los Cursillos, el movimiento carismático de los Focolares, Comunión y Liberación y otros. Enraizados profundamente en el Concilio Vaticano II todos ellos han contribuido al fortalecimiento de la fe aquí en las Rocosas. Y para nuestra Iglesia local todos son, a su vez, parte del legado de las Jornadas Mundiales de la Juventud”.
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