«La Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros (Jn 1,14)
“En el año 2000, ¿es difícil creer? Sí, es difícil. No hay que ocultarlo. Es difícil, pero con la ayuda de la gracia es posible, como Jesús dijo a Pedro: “No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mt 16,17)
Queridos amigos, en vosotros veo a los “centinelas de la mañana” (cf. Is 21,11-12) en este amanecer del tercer milenio…Hoy estáis reunidos aquí para afirmar que en el nuevo siglo no os prestaréis a ser instrumentos de violencia y destrucción; defenderéis la paz, incluso a costa de vuestra vida si fuera necesario. No os conformaréis con un mundo en el que otros seres humanos mueren de hambre, son analfabetos, están sin trabajo. Defenderéis la vida en cada momento de su desarrollo terreno; os esforzaréis con todas vuestras energías en hacer que esta tierra sea cada vez más habitable para todos…..Queridos jóvenes del siglo que comienza, diciendo “sí” a Cristo decís “sí” a todos vuestros ideales más nobles. Le pido que reine en vuestros corazones y en la humanidad del nuevo siglo y milenio. No tengáis miedo de entregaros a Él. Él os guiará, os dará la fuerza para seguirlo todos los días y en cada situación”. Vigilia de oración en Tor Vergata (sábado, 19.VIII.2000)
“El campus de Tor Vergata se había convertido esa noche en un hotel de... ¡mil estrellas! (todas las que brillaban sobre nuestras cabezas mientras dormíamos al raso, hablábamos o meditábamos las palabras que el Papa nos había dirigido) Alguien calificó lo sucedido en Roma como una “revolución” cristiana, pues en Tor Vergata el Papa nos dio las “directrices” de esa “revolución”. Fueron palabras exigentes -nos pedía ser mártires “por la fidelidad a Cristo (...) en las situaciones de cada día”- y animantes: “es difícil, pero con la ayuda de la gracia es posible”. Estuvieron cargadas de belleza: “Es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad...” El acto tuvo música y acabó con fuegos artificiales: estábamos de fiesta con el Papa. Pero sobre todo, abundó la oración. Y el Papa disfrutó con nosotros” Fernando del Castillo del Castillo.
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