«La Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros (Jn 1,14)
“Nos ama incluso cuando lo decepcionamos, cuando no correspondemos a lo que espera de nosotros. Él no nos cierra nunca los brazos de su misericordia. ¿Cómo no estar agradecidos a este Dios que nos ha redimido llegando incluso a la locura de la Cruz? ¿A este Dios que se ha puesto de nuestra parte y está ahí hasta al final? …Queridos jóvenes, al volver a vuestra tierra poned la Eucaristía en el centro de vuestra vida personal y comunitaria: amadla, adoradla y celebradla, sobre todo el domingo, día del Señor. Vivid la Eucaristía dando testimonio del amor de Dios a los hombres…De este testimonio tiene necesidad urgente nuestra sociedad, de él necesitan más que nunca los jóvenes, tentados a menudo por los espejismos de una vida fácil y cómoda, por la droga y el hedonismo, que llevan después a la espiral de la desesperación, del sin-sentido, de la violencia. Es urgente cambiar de rumbo y dirigirse a Cristo, que es también el camino de la justicia, de la solidaridad, del compromiso por una sociedad y un futuro dignos del hombre” de la Homilía del Santo Padre Juan Pablo II, Clausura Jornada Mundial de la Juventud 2000
“El Papa se había ido cerca de la medianoche. Esa noche hizo frío. Habíamos dormido en sacos sobre el suelo de Tor Vergata. Eran las seis de la mañana y muchos estaban ya conversando. Nos “aseamos” un poco con el agua que quedaba en nuestras botellas y nos preparamos para la Misa. El helicóptero del Papa llegó a Tor Vergata a las ocho de la mañana: antes de aterrizar, el Papa pidió al piloto que diese dos vueltas sobre la explanada para contemplar la muchedumbre. Antes de marcharse nos manifestó sus sentimientos: “-Una vez más quisiera dar gracias al Señor Nuestro Dios por esta excepcional y espléndida asamblea que ha superado todas nuestras expectativas”. En la homilía nos pidió centrar nuestra vida personal y familiar en la Eucaristía, especialmente los domingos. Y nos animó a ser “pirómanos” que encendiésemos las almas de quienes nos rodean. Un último detalle que no podemos pasar por alto: ¿alguien se imagina un grupo de mil jóvenes de acampada en completo silencio? Pues en Tor Vergata fueron dos millones: durante la Consagración en la Santa Misa”
Una multitud de jóvenes regresaríamos a nuestros países dispuestos a prender fuego en las almas de amigos y familiares: no podía ser de otro modo...
Una juventud alegre…hubo canciones, alegría, baile, risas, mucho diálogo (nuevas amistades). Pero no se trataba de un concierto de rock. Por eso también hubo oración -mucha oración- y conversiones -muchas conversiones...-. Además, éramos conscientes de que el Papa, en este Jubileo del 2000 nos había convocado para una misión especial. Esa misión (de dejar que Cristo entre hasta el fondo del alma y de vivir con coherencia cristiana) no era sólo para quienes allí estábamos. De ahí la importancia de leer y releer, de meditar, todo lo que nos dijo. Un conocido comentaba, con acierto, al regresar de Roma: “Si cada uno de los dos millones que hemos participado en la JMJ, y cada uno de los que han seguido su desarrollo por los medios de comunicación u otros cauces, nos propusiésemos llevar una vida verdaderamente cristiana y colaborásemos a que doce amigos nuestros empezasen también a vivir cristianamente, de aquí a Toronto-2002... ¡menuda revolución!”pacifica y cristiana…. Lo de Roma sólo fue el comienzo de una gran “aventura”...
El lunes, 21 de agosto (al día siguiente de terminar la JMJ), de varias decenas de miles de jóvenes reunidos en el Circo Máximo, cinco mil manifestaron su deseo de entregarse a Dios “con corazón indiviso” -expresión utilizada por el Papa en la homilía del día anterior-: tres mil chicos como sacerdotes y dos mil muchachas como religiosas ”
No hay comentarios:
Publicar un comentario