«Habéis recibido un espíritu de hijos» (Rm 8,15)
El cardenal argentino Eduardo Pironio saludando al santo Padre
En la homilia de la solemnidad de María, “guiada sobre todo por el Espíritu de Dios, el “día que la Iglesia celebra con especial solemnidad su Asunción al cielo” les aseguraba a los jóvenes de Europa del este “vuestra presencia es muy significativa. La iglesia universal tiene necesidad del tesoro precioso de vuestro testimonio cristiano: testimonio por el que ha sido pagado un precio a veces muy alto de sufrimiento en la marginación, en la persecución e incluso en la prisión...El Viejo Continente cuenta con vosotros, jóvenes del este y del oeste europeo, para construir la «casa común» - se alegraba de verlos juntos - “jóvenes del este y del oeste, del norte y del sur, unidos por la fe en Jesús, que «ayer como hoy (...) es el mismo, y lo será siempre» (Hb 13, 8). Sois la juventud de la Iglesia, que se apresta a afrontar el nuevo milenio.
“Gran parte de lo que será el futuro depende del empeño de la generación cristiana de hoy…Os corresponde pues, – decía - a vosotros la misión de asegurar en el mundo futuro la presencia de valores como la plena libertad religiosa, el respeto a la dimensión personalista del desarrollo, la tutela del derecho a la vida, la promoción de la familia, la valoración de la diversidad de culturas con miras a un enriquecimiento recíproco y la salvaguardia del equilibrio ecológico amenazado por peligros cada vez más graves.
La bandera argentina presente!
La Virgen María lo ha encendido en vosotros aquí en Czestochowa.
Llevad este fuego a todo el mundo. ¡Que nada ni nadie lo apague nunca! ¿Qué ha sido para vosotros Jasna Góra? Ha sido para vosotros hoy el Cenáculo, un nuevo Pentecostés: la Iglesia, una vez más, reunida en compañía de María, una Iglesia joven y misionera, consciente de su misión. ¡Recibid el Espíritu Santo y sed fuertes! Amén.”
Si bien “todas las Jornadas tienen una historia extraordinaria irrepetible” responde el cardenal Stanislaw Dziwisz en Una vida con Karol “las Jornadas en Jasna Gora en Polonia en 1991 quedaron grabadas en el corazón del santo Padre profundamente. Hacia poco había caído el muro y allí ante los ojos de la Virgen, los jóvenes que provenían del viejo mundo encontraron a jóvenes que se habían liberado de la opresión comunista. Y fue una sorpresa para ambas partes. Los jóvenes occidentales descubrieron la frescura de la fe de sus coetáneos de la Europa centro oriental; mientras ellos descubrían como también en occidente se había difundido una fe viva, comprometida con lo social. Y resulto que allí se cimentó una unión entre jóvenes a nivel mundial”
Era parte del “milagro” , había sido “una gracia, una intervención divina, ligada a las revelaciones de Fátima, a la confianza del mundo en Maria y que se remontaba al 25 de marzo de 1984 cuando en la Plaza San Pedro delante de la estatua de Fátima Juan Pablo II consagró a todas las naciones del mundo a Maria, especialmente a aquellas que mas lo necesitaban. Hay que saber leer los signos de los tiempos” agregaba el cardenal Dziwisz.
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