"Habéis recibido un espíritu de hijos" (Rm 8, 15)
era el tema elegido para la VI Jornada mundial de la juventud, “palabras que nos introducen en el misterio más profundo de la vocación cristiana: en efecto, según el designio divino hemos sido llamados a ser hijos de Dios en Cristo, por medio del Espíritu Santo” decía Juan Pablo II en su Mensaje introductorio a la VI Jornadas, el 15 de agosto de 1990, “acoger al Espíritu Santo, dejarse guiar por él, estar abiertos a su acción en nuestra historia personal y en la historia del mundo” teniendo en cuenta “los profundos cambios que se están verificando en el mundo. Ante numerosos pueblos se abren las puertas de la esperanza de una vida más digna y más humana. A este propósito, vuelvo a pensar en las palabras, verdaderamente proféticas, del concilio Vaticano II: "El Espíritu de Dios, que con admirable providencia guía el curso de los tiempos y renueva la faz de la tierra, no es ajeno a esta evolución" (Gaudium et spes, 26)
Sí, el Espíritu de los hijos de Dios es fuerza propulsora de la historia de los pueblos”
La cita de las Jornadas tendría lugar en la patria de Juan Pablo II, Polonia, en el Santuario de la Virgen Negra de Czestochowa “un santuario que, para el pueblo polaco, tiene un significado muy particular, como lugar de evangelización y de conversión, hacia el cual confluyen miles de peregrinos provenientes de todas partes del país y del mundo. Desde hace más de 600 años, en el monasterio de Jasna Góra en Czestochowa, María es venerada en su icono milagroso de la Virgen Negra. En los momentos más difíciles de su historia, el pueblo polaco ha encontrado allí, en la casa de la Madre, la fuerza de la fe y la esperanza, la propia dignidad y la herencia de los hijos de Dios” decía el Santo Padre en el mismo mensaje.
Y agregaba “Lo que os dije en Santiago de Compostela, os lo repito también hoy: "¡Jóvenes, no tengáis miedo de ser santos!" ¡Volad a gran altura, consideraos entre aquellos que vuelven la mirada hacia metas dignas de los hijos de Dios! ¡Glorificad a Dios con vuestra vida “
Pocos días antes de partir el Santo Padre Juan Pablo II decía en el Angelus del 11 de agosto de 1991. “A Jasna Góra, el "Monte claro", siguen llegando miles y miles de jóvenes que proceden de todos los rincones del mundo. Es una peregrinación de fe, una manifestación ferviente de esperanza y una expresión coral del empeño juvenil en el seno de la Iglesia. Mi pensamiento va, pues, a quienes en estos días, a la sombra del santuario de la Virgen Negra, rezan, reflexionan y experimentan el sentido de la fraternidad que brota de la escucha del Evangelio y del seguimiento del Redentor”
Y en Polonia lo esperaba más de un millón de jóvenes del Este y del Oeste, del Norte y del Sur. Sería el segundo viaje de Juan Pablo II a Polonia durante ese año 1991.
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