El viernes 13 de agosto de 1993, el Santo Padre Juan Pablo II celebró la Santa Misa con los obispos en la Catedral de la Inmaculada Concepción de Denver. En su homilía les recordó a los obispos de su gran responsabilidad para con los jóvenes reflexionando: ”¿Estamos siempre preparados para ayudarles a los jóvenes a descubrir lo trascendente en la vida cristiana? Ellos necesitan descubrir, ante todo, que son Templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ellos” (1Cor 3,16) Porque ellos son la Iglesia de hoy y de mañana – agregaba el santo Padre – la Iglesia que se levanta sobre la roca de la Verdad Divina, sobre la roca de la fe apostólica. La Iglesia del tercer Milenio necesita estar fuertemente enraizada en el corazón de la nueva generación de los hijos e hijas de Dios vivo”.
Por la tarde tuvo lugar el tradicional Via Crucis y el sábado 14 de agosto formados en grupos y sus mochilas al hombro los jóvenes se dirigian al Parque Cherry Creek donde celebrarían la Vigilia de oración.
«El Señor es mi pastor; nada me falta» (Sal 23, 1)….. Con todo, millones de hombres y mujeres viven sin darse cuenta de lo que hacen ni de lo que les sucede… Nuestro tema es la vida, y la vida está llena de misterio… les decía el Santo Padre en su Mensaje
Les invitò a formar su conciencia para ser “ luz del mundo” y les hablò de la vida, de las “amenazas programadas de manera científica y sistemática, , los falsos modelos de progreso que han llevado a poner en peligro el equilibrio ecológico de la tierra”
“No asfixiéis vuestra conciencia - les decía – que es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios (cf. Gaudium et spes, 16). «En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer» (ib.).
Y en un trozo que parecía extraìdo de su obra literaria agregaba “Jóvenes peregrinos, el mundo visible es como un mapa que señala el cielo, la morada eterna del Dios vivo. Aprendemos a ver al Creador contemplando la belleza de sus criaturas. En este mundo resplandecen la bondad, La sabiduría y el poder omnipotente de Dios. Y la inteligencia humana, incluso después del pecado original —con tal de que no esté ofuscada por el error o la pasión— puede descubrir la mano del Artista en las obras maravillosas que ha hecho. La razón puede conocer a Dios por medio del libro de la naturaleza: un Dios personal, infinitamente bueno, sabio, poderoso y eterno, que trasciende el mundo y, al mismo tiempo, está presente en lo más íntimo de sus criaturas. San Pablo escribe: «Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad» (Rm 1, 20)”.
Pero aclaraba “Los jóvenes son especialmente sensibles a la belleza de la naturaleza y su contemplación les inspira espiritualmente. Pero tiene que ser una contemplación auténtica. Una contemplación que no revele el rostro de un Padre personal, inteligente, libre y amoroso, que llegue sólo a la figura oscura de una divinidad impersonal o fuerza cósmica, no es suficiente. No debemos confundir al Creador con su creación.
Maranatha! «Ven, Señor Jesús» (Ap 22, 20) fue su saludo de despedida aquella noche en Denver, y “que sea una noche de canto, de gozo, de gozo sagrado….” .
La “Woodstock católica” se convertía en una noche de reflexión, oración y cánticos.
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