El 3 de Julio de 1947 Karol Wojtyla obtiene con un summa cum laude la licenciatura en teología en el Angelicum de Roma (le faltaría la tesis doctoral sobre la doctrina de la fe según San Juan de la Cruz que ya había comenzado a bosquejar en Cracovia, bajo la influencia de Jan Tyranowski) Piensa pasar las vacaciones en Polonia pero el Cardenal Sapieha tenia otros planes. Les dice a el y a su colega Stanislaw Starowieyski que en lugar de regresar a Polonia conozcan Europa y emprendan un viaje por Francia, Bélgica y Holanda. En Charleroi Karol Wojtyla realiza actividades pastorales entre los trabajadores polacos. El mismo cuenta la experiencia en Don y Misterio
El horizonte europeo
“La experiencia vivida en el Colegio Belga se amplió, a continuación, gracias a un contacto directo no sólo con la nación belga, sino también con la francesa y la holandesa. Con el consentimiento del Cardenal Sapieha, durante las vacaciones veraniegas de 1947 el P. Stanislaw Starowieyski y yo pudimos visitar aquellos países. Me abría así a un horizonte europeo más amplio. En París, donde residí en el Seminario Polaco, pude conocer de cerca la experiencia de los sacerdotes obreros, la problemática tratada en el libro de los Padres Henri Godin e Yvan Daniel La France, pays de mission? y la pastoral de las misiones en la periferia de París, sobre todo en la parroquia dirigida por el P. Michonneau. Estas experiencias, en el primer y segundo año de sacerdocio, tuvieron para mí un enorme interés.
En Holanda, gracias a la ayuda de mis compañeros, y especialmente de los padres del fallecido P. Alfred Delmé, pude pasar con Stanislaw Starowieyski unos diez días. Me impresionó la sólida organización de la Iglesia y de la pastoral en aquel País, con estructuras activas y comunidades eclesiales vivas. Descubría así cada vez mejor, desde puntos de vista diversos y complementarios, la Europa occidental, la Europa de la posguerra, la Europa de las maravillosas catedrales góticas y, al mismo tiempo, la Europa amenazada por el proceso de secularización. Percibía el desafío que todo ello representaba para la Iglesia, llamada a hacer frente al peligro que conllevaba mediante nuevas formas de pastoral, abiertas a una presencia más amplia del laicado.
Entre los emigrantes
La mayor parte de aquellas vacaciones veraniegas las pasé, sin embargo, en Bélgica. Durante el mes de septiembre estuve al frente de la misión católica polaca, entre los mineros, en las cercanías de Charleroi. Fue una experiencia muy fructífera. Por primera vez visité una mina de carbón y pude conocer de cerca el pesado trabajo de los mineros. Visitaba las familias de los emigrantes polacos y me reunía con la juventud y los niños, acogido siempre con benevolencia y cordialidad, como cuando estaba en la Solvay”.
“La experiencia vivida en el Colegio Belga se amplió, a continuación, gracias a un contacto directo no sólo con la nación belga, sino también con la francesa y la holandesa. Con el consentimiento del Cardenal Sapieha, durante las vacaciones veraniegas de 1947 el P. Stanislaw Starowieyski y yo pudimos visitar aquellos países. Me abría así a un horizonte europeo más amplio. En París, donde residí en el Seminario Polaco, pude conocer de cerca la experiencia de los sacerdotes obreros, la problemática tratada en el libro de los Padres Henri Godin e Yvan Daniel La France, pays de mission? y la pastoral de las misiones en la periferia de París, sobre todo en la parroquia dirigida por el P. Michonneau. Estas experiencias, en el primer y segundo año de sacerdocio, tuvieron para mí un enorme interés.
En Holanda, gracias a la ayuda de mis compañeros, y especialmente de los padres del fallecido P. Alfred Delmé, pude pasar con Stanislaw Starowieyski unos diez días. Me impresionó la sólida organización de la Iglesia y de la pastoral en aquel País, con estructuras activas y comunidades eclesiales vivas. Descubría así cada vez mejor, desde puntos de vista diversos y complementarios, la Europa occidental, la Europa de la posguerra, la Europa de las maravillosas catedrales góticas y, al mismo tiempo, la Europa amenazada por el proceso de secularización. Percibía el desafío que todo ello representaba para la Iglesia, llamada a hacer frente al peligro que conllevaba mediante nuevas formas de pastoral, abiertas a una presencia más amplia del laicado.
Entre los emigrantes
La mayor parte de aquellas vacaciones veraniegas las pasé, sin embargo, en Bélgica. Durante el mes de septiembre estuve al frente de la misión católica polaca, entre los mineros, en las cercanías de Charleroi. Fue una experiencia muy fructífera. Por primera vez visité una mina de carbón y pude conocer de cerca el pesado trabajo de los mineros. Visitaba las familias de los emigrantes polacos y me reunía con la juventud y los niños, acogido siempre con benevolencia y cordialidad, como cuando estaba en la Solvay”.
2 comentarios:
Que gran escuela tuvo Juan Pablo II, con razón se forjó un hombre fuerte y valiente para la gran tarea que Dios le tenia preparada.
Co gran afecto
Si Icue gran escuela y el misterioso y fuerte apoyo de la Divina Providencia. Gracias por tu visita. Un abrazo.
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