Alumnos de Škofijska klasična gimnazija
Recordandonos el gran misterio del nacimiento de Jesús, el 5 de enero de 2005, en su primera audiencia del año 2005, Juan Pablo II nos alienta a seguir a los Magos y proyectarnos a todos los pueblos del mundo para llevar el alegre mensaje de la salvación, encomendandonos a Maria,
“Me alegra acogeros, amadísimos hermanos y hermanas, en esta primera audiencia general del año 2005. En estos días hemos contemplado el gran misterio del nacimiento de Jesús, en el cual Dios entró definitivamente en la historia, para ofrecer la salvación a los hombres de todos los lugares y de todos los tiempos.
“Me alegra acogeros, amadísimos hermanos y hermanas, en esta primera audiencia general del año 2005. En estos días hemos contemplado el gran misterio del nacimiento de Jesús, en el cual Dios entró definitivamente en la historia, para ofrecer la salvación a los hombres de todos los lugares y de todos los tiempos.
La fiesta de la Epifanía, que celebraremos mañana, nos recuerda precisamente esta universalidad de la salvación. El Hijo de Dios, nacido en Belén, es reconocido y adorado por los Magos llegados desde el Oriente, representantes cualificados de toda la humanidad.
Así, desde el inicio, se proyecta hacia todos los pueblos del mundo el alegre mensaje de la salvación.
Encomendamos este compromiso misionero del pueblo cristiano a María, Madre de la Iglesia. Bajo su protección ponemos el año recién comenzado, marcado con gran dolor por la dramática situación que están viviendo las poblaciones del sureste asiático.
Que la Virgen santísima vele por el mundo entero. Se lo pedimos con las palabras del antiguo himno mariano, que ha resonado al inicio de esta audiencia.
Virgen Madre del Redentor,
Reina de la paz
socorre a tu pueblo,
defiéndelo de todos los peligros,
acompaña a la Iglesia
en su camino hacia la patria eterna.
Así sea. ”
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