El 31 de enero de 1985 desde una explanada cercana al aeropuerto de Latacunga, a 2.800 metros de altitud, Juan Pablo II presenció la concentración india más importante que entonces había conocido América Latina. Era una de sus cuatro reuniones con el pueblo ecuatoriano de ese dia y una parte difícil y delicada de su peregrinación.
Lo recibieron con "¡Viva nuestra Santidad!", "¡Viva el Papa que defiende la libertad y la dignidad del indio!". Estuvieron presentes representantes de todas las tribus indias. Muchos habian venido incluso a pie desde muy lejos.
En su alocución Juan Pablo II subrayó sus cualidades y sus esfuerzos por conservar sus valores y cultura, se refirió a sus aspiraciones de una “justa integración y convivencia legítima en la búsqueda de la preservación del propio espíritu en sus varías expresiones culturales”. Mencionó “sus problemas y el debilitamiento del sentido religioso, el alcoholismo, la desnutrición, el analfabetismo, la falta de vestido, de vivienda digna, de trabajo, la carencia de sanas distracciones; en una palabra, la marginación y lo que impide un horizonte de esperanza para la persona humana y el camino hacía su dignidad como tal”. Les habló de su anhelo que fueran “respetados como personas y como ciudadanos, aspiración que la Iglesia hace suya, que fuese respetada su cultura, sus tradiciones y costumbres y alentaba a los sacerdotes y religiosos a evangelizar, teniendo bien en la cultura indígena; y a acoger con alegría los elementos autóctonos de los que ellos mismos participan”.
Se refirió a la reforma agraria, “en la que ha tomado una digna parte la Iglesia en Ecuador,” al “irrenunciable respeto a vuestro medio ambiente” que “puede a veces entrar en conflicto con exigencias como la explotación de recursos” Admitió que lo haria inmensamente feliz que sus comunidades pudieran ser servidas por “misioneros y misioneras, por sacerdotes y Obispos de vuestra sangre, para que junto con los hermanos de otros pueblos, podáis adorar al único y verdadero Dios, cada cual con sus propias características, pero unidos todos en la misma fe y en un mismo amor.”
No debemos olvidar que las comunidades indígenas siguen estando marginadas, olvidadas, postergadas, incomprendidas en toda Latinoamérica, su dignidad menospreciada. La problemática es compleja y demasiado a menudo explotada políticamente dejando a las comunidades indefensas y desorientadas. Quien quiera profundizar a conciencia deberá hacerlo ante todo con respeto, con paciencia, con objetividad y leyendo y analizando críticamente la historia latinoamericana a la luz de las enseñanzas del Evangelio con amor y con pasión por la vida del hombre creado a imagen y semejanza de Dios (Gén 1,27).
Desde aquí recordamos esa inolvidable visita con el saludo de despedida de Juan Pablo II a los pueblos indígenas del Ecuador :
…Caminad unidos, para ser libres como hijos de Dios y como hermanos en Cristo (Tandanacúscka puringhícic chiscpiríscka cangápac Díuspac guaguacúna scína, Cristúpi uáuchipáni scína tucungápac)....
1 comentario:
"¡Viva el Papa que defiende la libertad y la dignidad del indio!", y luego repitió en quechua los mismos eslóganes.
Sonaban las bocinas, hechas con cuerno de toro, como quejidos llegados desde la selva.
Se anunció también, recibida con aplausos, la presencia en el acto de Atahualpa Felipe Duchicela, 48º sucesor del gran emperador inca. Sobre una tarima, los indígenas ejecutaron la antigua danza Sakisici.
Nunca olvidaran Karol el Papa Juan PabloII mi Papa que nunca lo olvidare.
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