Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 8 de febrero de 2008

Juan Pablo II y El Salvador - 1996 Llegada


En una visita muy breve de tan solo un dia (pernoctaria también en El Salvador para partir hacia Venezuela via Guatemala al dia siguiente) el Santo Padre Juan Pablo II llegaba al Aeropuerto Internacional «Ilopango» de San Salvador, el más pequeño de los paises centroamericanos, el 8 de febrero de 1996. Era su segunda visita a El Salvador, después de aquella que hiciera en 1983, en plena guerra civil, cuando hasta la guerrilla habia hecho una tregua durante el dia de su visita.
Lo recibia un pueblo todo vestido de amarillo y blanco, festejando los frutos de la semilla que él sembrara durante su primera visita. Llegaba a un pais distinto, en transición, donde se proyectaba una sensación de esperanza y de paz. Juan Pablo II venia a confirmaros en la fe, fortaleceros en la esperanza y animaros en la caridad. En su discurso de bienvenida mencionó su primera visita cuando habia sido testigo del del sufrimiento de un pueblo desgarrado por el dolor de una guerra fratricida y los habia invitado a recorrer el camino del diálogo sincero y constructivo. Después habia seguido con interés la marcha de las negociaciones, que han tenido su culminación en los históricos Acuerdos de Chapultepec, en México, el 16 de enero de 1992, concluyendo así un proceso iniciado precisamente en la Nunciatura Apostólica de San Salvador, y conducido primero por la Conferencia Episcopal y después por las Naciones Unidas.
Estaba nuevamente entre ellos, para proclamar una vez más a Jesucristo que, por ser el único camino de la paz, llama a todos a una sincera conversión; he vuelto para confirmar la obra de mis Hermanos, los Obispos de El Salvador, en la promoción de la reconciliación nacional y hacer que llegue a cada una de vuestras ciudades, pueblos, cantones y aldeas el saludo del Señor Resucitado: «La paz esté con vosotros».
Con el deseo de Quiera Dios que la querida familia salvadoreña, probada por tantas formas de violencia en el pasado, encuentre el clima sereno para avanzar por las sendas del progreso y del bienestar, y que los niños y los jóvenes, que han crecido en los últimos años bajo un clima de miedo y temor, puedan disfrutar de un futuro de auténtica paz, comenzaba una densa jornada entre el regocijado pueblo salvadoreño.
Invito visitar:

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