En su Audiencia General del miércoles 26 de febrero de 1986 el Santo Padre Juan Pablo II recordaba su viaje y agradecía a la Divina Providencia por haber guiado los caminos de su servicio pastoral en la India. Ya se habia referido a este viaje en la Audiencia General anterior del 12 de febrero, apenas regresado, pero siendo Miércoles de Ceniza prometió volver sobre el tema “en la próxima audiencia general, después de practicar los ejercicios espirituales”.
fue un “un ir al encuentro del pasado histórico, grande y muy diferenciado” de “un gran patrimonio de valor espiritual”, la patria del Mahatma Gandhi, “considerado como padre de la nación, jefe del movimiento por la independencia de India”…..”que supo superar la sujeción colonial con el método de la lucha moral sin recurrir a la violencia!” El 8 de febrero el Santo Padre beatificó durante una ceremonia en el Estadio Nahru di Kottayam al Siervo de Dios Kuriakose Elias Chavara, fundador de la congregación de los Carmelitas de María Inmaculada, y a Sor Alphonsa Muttathupantutu. Fue también un diálogo institucional con las religiones profesadas por la mayoria de los indios (hindúes 83% por ciento, y musulmanes 11 por ciento) - los católicos son un pequeño porcentaje de 1,7) No obstante este pequeño porcentaje el episcopado indio, decía Juan Pablo II en su comentario de la Audiencia, “es uno de los más numerosos de la Iglesia que cuenta con 122 obispos y 18 provincias eclesiásticas y los católicos en India están agrupados —desde el punto de vista eclesiástico— en tres comunidades: la Iglesia latina. la Iglesia oriental de rito siro-malabar, y la de rito siro-malancar”, “en un pais donde existe todavía, por desgracia, el fenómeno muy amplio de la pobreza, e incluso de la miseria”. Pero también un país al cual Dios habia enviado a un ser excepcional - la Madre Teresa - para que reflejase su Obra en la tierra de la India llegando “no sólo a los pobres, sino realmente a los más pobres entre los pobres” (ver mi entrada anterior).
En la citada Audiencia del 26 de febrero recalcó que su visita también habia contribuido a reforzar los vínculos colegiales con el Episcopado y los vínculos de unidad de toda la Iglesia de India con la Sede de San Pedro, para lo cual “habian sido importantes todos los encuentros, y en particular los mantenidos con el clero diocesano, con los religiosos y con los laicos comprometidos en el apostolado, y finalmente el maravilloso encuentro con la juventud en Bombay”.
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