Unanchacuqpa Cuyacuinintam apamuiquichic, allpaichichicpi tarpusqa sonqoiquichicta causarichinampaq.
(Os traigo el amor de nuestro Dios, para que sembrado en vuestra tierra, sea la resurrección de vuestros corazones).
(Os traigo el amor de nuestro Dios, para que sembrado en vuestra tierra, sea la resurrección de vuestros corazones).
Visita difícil, delicada y arriesgada fue la del 3 de febrero de 1985 a Ayacucho, posiblemente la parte más compleja de su peregrinación apostólica pero “Juan Pablo II no sabía entonces que las emocionantes escenas y demostraciones de cariño que el pueblo peruano le habían hecho vivir alcanzarían una dimensión inmensurable en Ayacucho, un rincón del país tomado por la insania de Sendero Luminoso. La gente lo recibió entre gritos de "Juan Pablo, escucha: Ayacucho es cristiano" y el Papa, conmovido, levantó la voz y con gesticulaciones recias les habló a los terroristas, muchos de ellos escondidos entre la multitud. ” (El Comercio)
Alli, en Ayacucho, en su Llamamiento a los hombres de la lucha armada, pronunció las palabras más comprensivas y las más fuertes de su viaje. El, que habia conocido desde joven las profundas penas y sufrimientos provocados por el odio y el aniquilamiento de la persona y la sociedad, y como postura frente a la violencia y a la destrucción optó por tomar las armas del amor y luchar incansablemente por la libertad, el respeto a la dignidad de la vida y de toda persona y la busqueda de la verdad, fue comprensivo con los sufridos y sufrientes habitantes por un lado, y firme en su mensaje para con aquellos que habian errado el camino y optado por el terror y la violencia.
En su acercamiento al dolor de los habitantes de esas tierras donde “por desgracia como también en otras de este querido país, se oye el clamor angustiado de sus gentes que imploran la paz” expresó no existe otro camino que el que nos muestra Jesús, «Príncipe de la Paz» (Is. 9, 6).
En su discurso citó este párrafo del Pronunciamiento de los Obispos peruanos de septiembre de 1984
«No es casualidad que los brotes de la violencia aparezcan precisamente en las zonas más postergadas y postradas de la comunidad nacional, circunstancia que ha sido aprovechada durante años para sembrar en la mente de los niños y jóvenes la nefasta semilla ideológica del odio, la violencia y la lucha armada como única vía para cambiar la sociedad».
Al respecto exhortó : “no se puede, ni se debe, negar la realidad de hombres y mujeres que sufren a causa de la injusticia, pero dejó bien en claro que “si bien la injusticia y la miseria pueden ser el ambiente propicio para que tomen cuerpo la amargura y el odio, no lo explican por sí solas, no son su verdadera raíz. El odio y la violencia nacen del corazón del hombre, de sus pasiones o convicciones desviadas, del pecado. La raíz del odio es la misma que la del pecado” Se hace necesaria, pues, una auténtica y radical conversión del corazón del hombre… Con una verdadera conversión a Jesucristo. Con una reconciliación capaz de hermanar a cuantos hoy están separados por muros políticos, sociales, económicos e ideológicos.”
«No es casualidad que los brotes de la violencia aparezcan precisamente en las zonas más postergadas y postradas de la comunidad nacional, circunstancia que ha sido aprovechada durante años para sembrar en la mente de los niños y jóvenes la nefasta semilla ideológica del odio, la violencia y la lucha armada como única vía para cambiar la sociedad».
Al respecto exhortó : “no se puede, ni se debe, negar la realidad de hombres y mujeres que sufren a causa de la injusticia, pero dejó bien en claro que “si bien la injusticia y la miseria pueden ser el ambiente propicio para que tomen cuerpo la amargura y el odio, no lo explican por sí solas, no son su verdadera raíz. El odio y la violencia nacen del corazón del hombre, de sus pasiones o convicciones desviadas, del pecado. La raíz del odio es la misma que la del pecado” Se hace necesaria, pues, una auténtica y radical conversión del corazón del hombre… Con una verdadera conversión a Jesucristo. Con una reconciliación capaz de hermanar a cuantos hoy están separados por muros políticos, sociales, económicos e ideológicos.”
Se dirigió tambien con voz firme y términos claros a los “hombres que han puesto su confianza en la lucha armada; a aquellos que se han dejado engañar por falsas ideologías, hasta pensar que el terror y la agresividad, al exacerbar las ya lamentables tensiones sociales y forzar una confrontación suprema, pueden llevar a un mundo mejor” ¡El mal nunca es camino hacia el bien! No podéis destruir la vida de vuestros hermanos; no podéis seguir sembrando el pánico entre madres, esposas e hijas. No podéis seguir intimidando a los ancianos. …. os suplico con dolor en mí corazón, y al mismo tiempo con firmeza y esperanza, que reflexionéis sobre las vías que habéis emprendido………… Os pido, pues, en nombre de Dios:
¡Cambiad de camino! ¡Convertíos a la causa de la reconciliación y de la paz!
El Cardenal Card. Juan Landázuri Ricketts comentó que recordaba con emoción las palabras que Juan Pablo II pronunció en Ayacucho, entonces duramente golpeado por el azote terrorista. Con voz firme y emocionada, y con gesto vibrante, el Papa llamó a la reconciliación en nuestra patria. …. Con el mensaje en Ayacucho el Vicario de Cristo confirmaba la llamada a la reconciliación que venía creciendo en ese tiempo en la Iglesia en el Perú. Se percibía entonces un profundo anhelo de reconciliación, tanto al interior mismo de la comunidad eclesial como fuera de ella. Fue creciendo en esos años el interés por desarrollar una reflexión teológica a partir del misterio de la reconciliación del Señor…. El Sínodo sobre la reconciliación de 1983 fue un decidido impulso para que siguiera en su empeño, así como la exhortación apostólica post-sinodal Reconciliatio et paenitentia, aparecida en diciembre de 1984. El tema de la reconciliación concitaba cada vez más un inmenso interés en el Pueblo de Dios, en el Perú y en otros países de América Latina”.
Invito visitar:
Llamamiento a los hombres de la lucha armada en Ayacucho, Perú (3 de febrero de 1985)
Fotos - sitio de la Iglesia Catolica Peruana:
El interesante comentario sobre la visita en "El Comercio"
El interesante comentario en el blog del profesor Francisco Bobadilla Rodríguez, que no se refiere a la visita en sí, pero invita a analizar la situación del Perú de entonces para quien interese investigar y profundizar.
Llamamiento a los hombres de la lucha armada en Ayacucho, Perú (3 de febrero de 1985)
Fotos - sitio de la Iglesia Catolica Peruana:
El interesante comentario sobre la visita en "El Comercio"
El interesante comentario en el blog del profesor Francisco Bobadilla Rodríguez, que no se refiere a la visita en sí, pero invita a analizar la situación del Perú de entonces para quien interese investigar y profundizar.
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