Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 29 de febrero de 2008

Solidarność 3

( continuación de las entradas 1, 2 y Lech Walesa y Juan Pablo II)

El Movimiento de Solidaridad salió a luz entre Julio y Agosto de 1980. Se trataba de la fusión de antiguos grupos de disidentes que ahora resurgían con nuevos bríos y una mayor determinación a la resistencia.
La sociedad polaca, que habia permanecido fracturada durante los años ´70, ahora enarbolaba un sentido común generalizado. Trabajadores e intelectuales se dieron la mano; y un importante número de comunistas de las lineas inferiores se unirían a esas demandas. La punta de lanza, tal como sucediera cuatro años antes, fue un aumento arbitrario en los precios de los alimentos básicos.
Se declaró una seguidilla de huelgas en distintos puntos del pais, primero en Lublin y después en casi todos los pueblos y ciudades. Y las huelgas eran ilegales. Los sindicatos oficiales encargados de reforzar las politicas del partido gobernante perdieron todo control. Pero las exigencias de los trabajadores no solo implicaban un aumento de salario para acomodarse a los aumentos de los precios. Querían una revisión de todas las formas de injusticias sufridas. A medida que la presión iba en aumento el partido adoptaba la sigilosa estrategia de encarar las huelgas paso a paso, que estuvo cercana al éxito. Mediante tácticas complacientes las autoridades locales sobornaron a algunos huelguistas mediante una mezcla de dinero, promesas y amenazas. Las ordenes recibidas eran minimizar la confrontación y prevenir a toda costa que las huelgas locales se transformasen en un abierto desafio a nivel pais. Ya se saboreaba el éxito. Pero no se había tenido en cuenta las extraordinarias capacidades inspirativas y negociadoras de un hombre extraordinario.

Lech Walesa (nacido en 1943) se dice que estuvo en prisión cientos de veces. El era ese sencillo electricista de los Astilleros Lenin de Gdansk que había rechazado repetidamente alistarse a la idea comunista que se le exigia seguir. Católico ferviente, padre de siete hijos, era miembro de la organización clandestina de trabajadores dedicados a la memoria de sus compañeros muertos por las fuerzas de seguridad diez años antes. Pero ante todo pertenecía a la clase y a la generación que mas fervientemente seguía la filosofía de no-claudicación sin violencia del nuevo Papa. Cuando comenzó la huelga en Gdansk, Walesa ni siquiera estaba presente. Pero pronto ese famoso salto por el fondo del astillero lo puso al mando del comité de huelga. Una escena sin precedentes. Una barricada de casi 20.000 trabajadores dentro de su propio lugar de trabajo. Miles de manifestantes fuera del edificio los apoyaban con flores e imágenes. Se llegó a permitir la entrada de un sacerdote para escuchar confesiones y celebrar la Misa, absoluta innovación dentro del bloque soviético. Llegaron todo tipo de asesores. Y los medios de todo el mundo observaban y aguardaban el desenlace de una situación al borde de la revolución. El grupo de Walesa llegó a un acuerdo sobre casi todos los temas puramente locales pero en los días críticos no levantaron la huelga hasta que todas las demás huelgas hubiesen alcanzado una solución satisfactoria.
Allí nace el nombre “Solidaridad”, y las demandas conjuntas por un sindicado independiente y autárquico al que pudiera aspirar cualquier trabajador de Polonia. El comité local de huelgas en Gdansk se expandió y adoptó un nombre nuevo MKS Comité de huelgas interfábricas.
(continuará)
Fuente: Davies, Norman, God´s Playground – a History of Poland, vol. II, cap. 24-p 482-83, Columbia University Press, New York

2 comentarios:

icue dijo...

Siempre que las cosas están muy dificiles, lo hemos visto a lo largo de la historia, surge, o Dios manda a un hombre, que jugandoselo todo salva la situación.
Damos gracias por Juan Pablo, y por
Walesa, a los que tanto debemos agradecer.
Con cariño

Ludmila Hribar dijo...

Gracias Icue. Sin dudas debemos agradecer a Dios y lo hacemos. Lástima que hay tan pocos como ellos. Bueno nos toca seguir sus huellas, al menos en parte. Por un lado haciendo conocer el magisterio de Juan Pablo II y por otra ser verdaderos testimonios como lo fue Walesa. No sabes lo que necesitariamos alguien asi en la Argentina! Gracias por tu comentario.