El 7 de febrero de 1996 el Santo Padre visitó la Catedral de la Arquidiócesis, símbolo de la nueva Ciudad de Managua, capital de Nicaragua, surgida de entre las ruinas del terremoto de 1972, dedicada a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, "La Purísima" conocida como "La Virgen del Trono" o "La Virgen de El Viejo", “la imagen perfecta de la Iglesia”, Patrona de Nicaragua. Allí también se venera la antigua imagen de «La Sangre de Cristo», traída desde España hace más de tres siglos.
Les recordaba las palabras de su visita anterior durante la celebración de la Santa Misa, y que habéis recogido entre los cánones de vuestro II Concilio Provincial: «La unidad de la Iglesia sólo se salva cuando cada uno es capaz de renunciar a ideas, planes y compromisos propios, incluso buenos —cuanto más, cuando carecen de la necesaria referencia eclesial— por el bien superior de la comunión con el Obispo, con el Papa, con toda la Iglesia» (II Concilio Provincial) y les alentaba a seguir trabajando en comunión afectiva y efectiva con los Obispos, para progresar en la construcción de la unidad de la Iglesia, de modo que, como Esposa de Cristo, aparezca ante el mundo con todo el esplendor de su belleza (cf Ap 21, 2).
Expresó el deseo que esta visita del Papa no quede solamente como un recuerdo, un buen recuerdo. He querido llegar al corazón de cada uno de vosotros para hablaros en nombre de Jesucristo y recordaros el camino que, por llevar hacia El, conduce a la felicidad individual y colectiva.
Más tarde en su discurso de despedida en el Aeropuerto Internacinal de Managua se despidió conmovido con estas palabras :
¡Nicaragua! ¡Nicaragua de María! ¡Que la Purísima te proteja! ¡Que Dios te bendiga!
En Nicaragua habia aun mucho por hacer en el trabajo de evangelización comenzado, pero el Santo Padre habia vivenciado la voluntad del cambio y el profundo convencimiento de los Pastores de la Iglesia nicaraguense que estaban en la buena senda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario