Entre el 15 y el 19 de Noviembre de 1980 Juan Pablo II peregrinó a Alemania. En un viaje difícil, cansador y con predominante mal tiempo, visitó Bonn, Colonia, Osnabrück, Maguncia, Fulda, Altötting y Munich.
En uno de los recuerdos de tantos años atrás que guardo de Juan Pablo II, cuando pude participar en Roma de la audiencia el miércoles siguiente a su regreso, lo veia muy cansado, - cuantas preocupaciones e inquietudes habría recogido! - recuerdo, que por otra parte, habia registrado como una simple anécdota, hasta que emprendí el camino por él señalado.
Durante ese viaje en el Angelus del domingo 16 de noviembre tuvo palabras especiales, sentidas y conmovedoras para los hermanos y hermanas “que se ven obligados a llevar en sus vidas el peso de cualquier impedimento físico” agradeció a todos aquellos que por su profesión ponen sus capacidades y tiempo al servicio del prójimo, instó que “todos los hombres y la sociedad entera están llamados a prestar su ayuda a los impedidos, pues tienen una especial obligación en esta” y a los generosos servidores expresó la promesa “en las palabras del Señor: "Venid, benditos de mi Padre...; estaba enfermo y me visitasteis, impedido, y me habéis asistido. Tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo" (cf. Mt 25, 31-46.
Palabras que sabemos venian de un corazón sincero que supo testimoniar con su propia vida y su largo sufrimiento que vivir por Cristo y en Cristo vale la pena.
Palabras que sabemos venian de un corazón sincero que supo testimoniar con su propia vida y su largo sufrimiento que vivir por Cristo y en Cristo vale la pena.
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