“El 14 de noviembre de 2002 el Papa Juan Pablo II, de venerada memoria, realizó una visita histórica al Parlamento de la República italiana, reunido en sesión conjunta de Cámara y Senado en el aula de Montecitorio. La conmovedora y calurosa acogida que le reservaron a él y al inolvidable discurso que pronunció en esa circunstancia, constituye el homenaje más solemne de estima que los representantes del pueblo italiano han rendido a aquel gran Pontífice”. Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI en el 3er aniversario de la visita
En un discurso que no tiene desperdicios, y merece ser atendido por ciudadanos y gobernantes de todas las naciones, en palabras que emanan todo el respeto de Juan Pablo II por la dignidad de la persona, el derecho a la vida y a la formación confirmó el compromiso de la Iglesia en prestar su colaboración y defender los verdaderos valores, colaboración a la cual estamos llamados todos como miembros de un mismo cuerpo.…...”vuestra actividad se aprecia en toda su nobleza en la medida en que está animada por un auténtico espíritu de servicio a los ciudadanos”, les dijo a los Parlamentarios.
….”Desde esta perspectiva, es decisiva la presencia en el corazón de cada uno de una viva sensibilidad con respecto al bien común…...una cooperación solidaria y generosa en la construcción del bien común de la nación…. cooperación que no puede prescindir de la referencia a los valores éticos fundamentales inscritos en la naturaleza misma del ser humano. Al respecto, en la carta encíclica Veritatis splendor puse en guardia contra el "riesgo de la alianza entre democracia y relativismo ético, que quita a la convivencia civil cualquier punto seguro de referencia moral, despojándola más radicalmente del reconocimiento de la verdad" (n. 101). En efecto, como afirmé en otra carta encíclica, la Centesimus annus, si no existe ninguna verdad última que guíe y oriente la acción política, "las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia" (n. 46), también la del siglo XX, que acaba de concluir”....
Se refirió, entre otros, a las graves amenazas : a la crisis de los nacimientos, al declive demográfico y al envejecimiento de la población y llamó a la responsabilidad de los ciudadanos a la accion pastoral en favor de la familia y de la acogida de la vida, y más en general de una existencia abierta a la lógica del don de sí, como contribución que la Iglesia da a la construcción de una mentalidad y de una cultura en las que sea posible invertir esa tendencia…… a la necesidad de una sólida formación de la persona: Pidio colaboración para que las responsabilidades primarias de los padres cuenten con apoyos adecuados…… al desarrollo de la escuela en un sano clima de libertad, a la atención a los miembros más débiles de la sociedad, solidaridad que debe contar con la constante solicitud de las instituciones públicas…sin descuidar la seguridad de los ciudadadnos prestarle atención a la situación de las cárceles…. Un signo de clemencia hacia ellos”...
Concluyó recordando que “el nuevo siglo, recién iniciado, trae consigo una creciente necesidad de concordia, solidaridad y paz entre las naciones…..el cristianismo tiene una actitud y una responsabilidad muy peculiares: al anunciar al Dios del amor, se presenta como la religión del respeto recíproco, del perdón y de la reconciliación”
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